La impaciencia se puede describir como agitación, nerviosismo, no gustar de esperar, prisa por hacer las cosas. Observamos que vivimos en una sociedad cada vez más impaciente, vivimos con la sensación de que el tiempo pasa cada vez más rápido, aunque el día sigue teniendo las mismas 24 horas que antes. Llegamos al final del día agotados y con la sensación de que se han dejado muchas cosas por hacerpor hacer.

¿Por qué vamos tan deprisa y somos tan impacientes?

Con los avances tecnológicos, tenemos a nuestra disposición recursos que nos permiten acceder a multitud de cosas a golpe de clic, si enviamos un mensaje estamos ansiosos de una respuesta inmediata, seguimos la confirmación de que el mensaje ha llegado al destinatario como si eso significara que la persona estaría obligada a contestarnos de inmediato.

Cuando esta respuesta no llega, nuestra impaciencia aumenta hasta el punto de que solemos enviar varios mensajes hasta que la persona nos da una señal de respuesta. Si queremos un determinado producto, encontramos varias opciones en una búsqueda rápida en Internet, a veces hay tantas opciones que nuestra ansiedad aumenta tanto la dificultad de elegir entre tanta variedad.

Hoy en día si pedimos un café, el dependiente suele presentarnos una variedad de opciones, que incluso este momento de relajación trae su carga de estrés. El uso del móvil también puede aumentar nuestra ansiedad e impaciencia, cada vez estamos más conectados a aplicaciones, redes sociales y menos conectados a nosotros mismos.

Tecnología e impaciencia

Nos hemos acostumbrado a respuestas cada vez más rápidas, aplicaciones que satisfacen nuestras necesidades en un segundo, redes sociales actualizadas en tiempo real, muchas veces no sabemos lo que significa "dejar que las cosas sucedan naturalmente", porque implica esperar y ya no tenemos esa paciencia, queremos resultados cada vez más inmediatos.

Por supuesto que las facilidades que nos da la tecnología nos ayudan mucho y ya no podemos pensar en renunciar a tantos recursos que nos facilitan la rutina, pero tenemos que utilizar esta tecnología a nuestro favor, para poder tener más tiempo con nosotros mismos y con las personas que queremos.

Lo que sucede es que muchas veces entramos en un ritmo tan acelerado, que a cada momento necesitamos estar haciendo algo, si algo no está sucediendo como quisiéramos, no tenemos la paciencia necesaria para esperar el desenvolvimiento natural de los acontecimientos, muchas veces perdemos el foco y cambiamos nuestra meta debido a nuestra impaciencia con el curso natural de la vida.

Ser impacientes en nuestras relaciones profesionales

En el trabajo tenemos algunos profesionales con una gran ansiedad por crecer dentro de la organización, muchas veces sin haber pasado por todas las etapas necesarias para la madurez profesional, muchos terminan pasando de una empresa a otra buscando resultados más rápidos sin paciencia para invertir en capacitación para mejorar sus habilidades y trabajar en su desarrollo para quepuede cosechar los frutos en el futuro.

Por supuesto, debemos buscar elevarnos más cuando lo deseemos, pero debemos tener en cuenta que la evolución es un proceso en el que se necesita tiempo y paciencia para que el resultado sea realmente eficaz.

Impaciencia en nuestras interacciones

Cualquier tipo de relación, ya sea personal o profesional requiere una buena dosis de paciencia, somos individuos únicos, cada uno con su propia historia de vida, gustos, deseos, necesidades, etc. Para que podamos conectar realmente con el otro, no podemos estar siempre ansiosos o impacientes, porque si actuamos así no estaremos abiertos a entender realmente al otro, a establecer un diálogo efectivo, apor lo que necesitamos establecer una comunicación empática y tolerante.

En el tráfico, por ejemplo, nuestra impaciencia con los demás es muy evidente, una parada del coche puede hacernos olvidar que tenemos a otro ser humano delante y llevarnos a tener actitudes poco admirables. Muchas veces cuando hablamos con alguien nos impacientamos, deseando que termine lo que está diciendo para poder hablar por fin, ni siquiera prestamos atención a lo que se está diciendo, sólo esperamos impacientes nuestro turno para hablar.

No tenemos paciencia para relacionarnos con personas que tienen posturas contrarias a las nuestras, o nos enzarzamos en una discusión o evitamos a las personas que piensan de forma diferente a nosotros, por lo que perdemos excelentes oportunidades de aportar nuevos puntos de vista, de abrir nuestras mentes, simplemente porque no tenemos la paciencia de escuchar y la capacidad de establecer una comunicación sana.

Consejos para ejercitar la paciencia

Dale un respiro a tu mente, tómate un momento para ti, apaga el móvil e intenta conectar contigo mismo.

1. Practica la meditación, aunque sólo sea durante unos minutos, concéntrate en tu respiración y siente cómo tu cuerpo y tu mente se ralentizan.
2. Realiza una actividad física, tu cuerpo liberará sustancias que aumentarán tu bienestar y te sentirás relajado de forma natural.
3. Piensa en cosas positivas, mantente en el presente y libérate de las historias que nuestra mente nos cuenta para mantenernos ansiosos y angustiados.
4. Organiza tu rutina, una rutina organizada hará que te impacientes menos cuando surjan imprevistos.
5. En el tráfico, pon música relajante, un audiolibro, disfruta de este tiempo de forma positiva, de esta forma tu impaciencia disminuirá, porque estarás disfrutando del tiempo de forma agradable.
6. Intenta mantener una dieta equilibrada, no hace falta que dejes de comer lo que te gusta, pero hay que ser equilibrado, algunos alimentos pueden contribuir al aumento de nuestra ansiedad.

Por último, trata de observarte, cuando sientas que tu impaciencia está perjudicando tus relaciones personales o profesionales busca ayuda, con el tratamiento adecuado tu vida volverá al equilibrio deseado.

Este artículo ha sido escrito por Vera Rocha, entrenadora, contacto: [email protected].

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