La relación madre-hijo según Winnicott

George Alvarez 18-10-2023
George Alvarez

Hablar del comportamiento familiar y especialmente de la relación entre madre e hijo o entre estos y sus padres siempre será un tema extremadamente delicado.

En los últimos siglos, la composición de la familia ha experimentado inmensas transformaciones que se han reflejado no sólo en los hijos, sino sobre todo en la estructura familiar en su conjunto.

Comprender la relación madre-hijo

Si observamos cronológicamente la participación de la mujer en el mercado laboral y su participación en la familia, veremos que ha pasado por muchas transformaciones y roles a lo largo de la historia.

Pero, ¿quién es esta mujer que a lo largo de la historia, debido a las normas sociales y culturales, no ha podido ejercer plenamente su papel? ¿Quién, en la modernidad, necesitaba ser madre, esposa y asalariada? ¿Qué implicaciones, responsabilidades, conflictos y presiones tuvo que atravesar para ser reconocido?

Lo que Winnicott nos aporta, en sus estudios, sobre la teoría relativa a la madre suficientemente buena, teoría que sugiere que la madre intenta ser perfecta y, como consecuencia, acaba sufriendo porque sus expectativas siempre se ven frustradas, puede darnos algunas pistas para la comprensión de estas consignas.

Winnicott y la relación madre-hijo

También sabemos que el autor delimitó funciones paternas y maternas donde la del genitor sería introducir al niño en el universo del trabajo, y la de la genitora sería ser una buena ama de casa. A través de este recorte, Winnicott nos da componentes para analizar a esta madre, no sólo bajo la visión psicoanalítica, sino también bajo un contexto antropológico e histórico en la antigüedad hasta el siglo XVIII.

Si antes del boom del siglo XVIII en Inglaterra, conocido como Revolución Industrial, las mujeres tenían la responsabilidad exclusiva de ocuparse de las tareas domésticas y de la crianza de los hijos, dejando la responsabilidad económica al padre, que trabajaba fuera y llevaba la comida a la mesa de su familia, después del boom, a raíz del auge del capitalismo, se produjeron varios cambios profundosse han producido en el mundo laboral y, automáticamente, en la rutina familiar.

El trabajo dignifica, nos da la posibilidad de innumerables conquistas, aporta desarrollo a la sociedad, nos da una sensación única de libertad, satisfacción y sobre todo autorrealización. Pero por otro lado, aún entendiendo que este nuevo sistema requería la presencia de estas madres en el mercado laboral, transformando significativamente el curso de la historia, el trabajo fuera del hogar nos aporta unaCuestión muy importante a debatir aquí: ¿podría considerarse a esta madre negligente debido a las necesidades impuestas por aquella coyuntura económica y social?

La mujer y la relación madre-hijo

Para responder a esta pregunta, es necesario conocer un poco la situación no sólo de las mujeres, sino también de los niños dentro de un recorte historiográfico. Debemos saber, aquí, que la valoración de la relación entre madre e hijo, a lo largo de la historia de la humanidad, no siempre ha sido lineal. Si pensamos en cómo se relacionaban los hijos y sus padres en la antigüedad, aludiendo a la Antigua Grecia y Roma, veremos, por ejemplo, el papel del "pater" o "pater familia", una autoridad incuestionable en esta organización social.

El niño, a su vez, veía en ellos su referencia, su puerto seguro para necesidades que iban desde las más básicas hasta las más complejas. Y no es de extrañar que, en esta época, el niño tuviera un grado tan alto de dependencia, después de todo, según el filósofo ateniense Aristóteles, se le consideraba un ser totalmente incapaz, y este periodo conocido como la infancia se veía como algo malo y extremadamente desastroso. ¿Y por qué no asociar esta infancia con una enfermedad? ¡Sí! ¡Una enfermedad para los griegos!

Esta enfermedad, si no se "curaba", podía llevar a la ciudad estado (polis) a la ruina, ya que un niño mal educado se convertía automáticamente en un niño moralmente frágil. Y, al ser moralmente frágil, representaría un peligro futuro para la democracia ateniense. El niño no era considerado ciudadano, no tenía identidad, por lo tanto no tenía capacidad cognitiva para decidir y ni siquiera para pensar por sí mismo, una posición que, si tenía suerte, podía adquirir en la edad adulta sólo si era hijo de atenienses.

Mujer, esposa y madre

En esta época, la genitora tenía poca o casi ninguna influencia sobre su prole en lo que respecta a su educación y crianza. A los niños varones, que nacían en una posición más acomodada, se les asignaba una especie de pedagogo, también llamado "criador", que desempeñaba un papel crucial en su desarrollo. ¿Qué le quedaría entonces a esta madre?

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Sabemos que estaba mucho más cerca de sus hijas mujeres, que veían en ella un espejo para convertirse en futuras amas de casa y, en consecuencia, en buenas reproductoras, administradoras de sus hogares, de sus esclavas y de la "crianza" de sus hijos. Durante el periodo conocido como la Edad Media, la situación de los niños y sus madres no mejoró. La autoridad paterna sigue prevaleciendo y la condición de la mujer y esposa, en cierto modo, era similar a la de los hijos: ser sumisa bajo la tutela y autoridad de un hombre.

Esta madre, una vez más, no puede ejercer sus funciones o las ejerce durante poco tiempo debido a dos razones: la primera está relacionada con la baja esperanza de vida de estos recién nacidos. Extremadamente frágiles físicamente, mantenerse con vida en la Edad Media era una gran lotería debido a las terribles condiciones, especialmente para los niños más pobres.

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Relación madre-hijo y afecto

Esta elevada tasa de mortalidad acabó influyendo para que esta madre no ejerciera un afecto efectivo, ya que era poco probable que el niño sobreviviera. El niño, además de estar abocado a un destino, también tenía en su madre una figura fría y distante.

En segundo lugar, pero no menos importante, era el reducido tiempo que estos niños pasaban con sus padres, ya que si la familia no tenía medios para mantenerlos, estos niños, de 7 a 10 años, tenían un destino determinado: ser entregados, como aprendices, a familias para aprender un oficio. En la transición de la época medieval a la moderna, a partir del siglo XVII, podemos observaralgunos cambios sensibles pero discretos asociados a la familia y la infancia.

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Ya pudiendo respirar más tranquila, sin la sombra de la muerte planeando sobre sus habitaciones o sobre sus hijos, como la peste negra y tantas otras enfermedades, la madre aparece en un escenario muy distinto al anterior. Con el nuevo orden económico europeo, el capitalismo también trajo consigo una nueva clase social: la burguesía. Y en este nuevo sistema es necesario que los niños sean cuidados y vistos, después de todo, acaban siendo, en este contexto, una pieza fundamental en varios aspectos, principalmente como representantes de las futuras generaciones.

Las madres y la Revolución Industrial

Esa madre apática, distante y desesperanzada pasó a ser vista por la sociedad europea del siglo XVIII como la que destila amor por su prole, la casi santificada, la que genera vida, esa figura emblemática y, como se ha dicho antes, encarnación de la propia Virgen María, animándola a interiorizar ese cuidado por sus hijos.

Ahora bien, no seamos ingenuos creyendo que este cambio de perspectiva se produjo por un mero reconocimiento de lo que es ser madre. Recordemos que este periodo histórico está impregnado de grandes cambios, como el advenimiento de la Revolución Industrial, luego un aumento considerable de la población desde el final de la Edad Media que llevaría a un futuro aumento de la mano de obra y toda una filosofía de la Ilustración y del Renacimiento que evocó el antropocentrismo, el individualismo y tantas concepciones que cambiaron el pensamiento del hombre moderno.

Esta mujer, que no era más que una reproductora, sufrió una metamorfosis, ocupando posiciones antes inimaginables. Se incorporó a las filas del mercado laboral y, aunque ganaba infinitamente menos que la figura masculina, vio en el trabajo una necesidad no sólo de ayudar a mantener a la familia, sino que tal vez ni siquiera era consciente de ese deseo incontenible de una pseudoindependencia.

Protección y relación madre-hijo

Todas las miradas estaban puestas en la mujer, coaccionándola para que ejerciera, de forma impecable, su papel de madre afectuosa, preocupada por el bienestar de sus hijos, ya que fue creada para ello y era su "naturaleza" cuidar, proteger y velar por el bienestar de su prole.

Imaginamos que esta coacción debió de sacudir a las madres menos favorecidas económicamente, que se encontraron en una situación muy delicada, después de todo necesitaban trabajar para ganarse la vida.

En las familias de clase media alta esta madre tiene un nuevo papel social en la vida de sus hijos: educar en las letras. Muchas madres eran las primeras maestras de sus curiosos pequeños. La sociedad contaba con que esta madre cumpliera fielmente su papel social hasta el punto de que muchas mujeres, que tenían un comportamiento diferente, eran marginadas por la sociedad y vistas como una persona decomportamiento anormal.

Consideraciones finales

¿Tenían las mujeres del pasado una sensación de fracaso, de impotencia porque se las consideraba no lo suficientemente buenas para sus hijos? ¿Estaban estos niños afectados emocionalmente por el contexto sociocultural de la época en que vivían?

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Poco sabremos, porque como se ha dicho antes, el niño y la mujer tenían papeles muy concretos y limitados y no eran personajes de interés para la sociedad académica.

Lo que sí sabemos con certeza es que a lo largo de la historia ambos han desempeñado papeles esenciales en el desarrollo de la sociedad, especialmente a través de los recientes estudios microhistóricos que analizan a los "marginados", rompiendo con lo establecido y transformando la historia y el propio psicoanálisis en un espacio de permanente deconstrucción.

Este artículo fue escrito por Fernanda Assunção Germano ( [email protected] ) Socióloga, Historiadora y Terapeuta Integrativa.

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George Alvarez

George Alvarez es un psicoanalista de renombre que ha estado practicando durante más de 20 años y es muy respetado en el campo. Es un orador solicitado y ha realizado numerosos talleres y programas de capacitación sobre psicoanálisis para profesionales de la industria de la salud mental. George también es un escritor consumado y es autor de varios libros sobre psicoanálisis que han recibido elogios de la crítica. George Alvarez se dedica a compartir su conocimiento y experiencia con otros y ha creado un blog popular sobre el Curso de capacitación en línea en psicoanálisis que es ampliamente seguido por profesionales y estudiantes de salud mental en todo el mundo. Su blog ofrece un curso de formación integral que cubre todos los aspectos del psicoanálisis, desde la teoría hasta las aplicaciones prácticas. A George le apasiona ayudar a los demás y está comprometido a marcar una diferencia positiva en las vidas de sus clientes y estudiantes.