La ansiedad se interpone en muchos ámbitos de la vida, especialmente en las relaciones cuando hablamos de la ansiedad en el amor. El pensamiento acelerado, la falta de paciencia y las ganas de resolverlo todo en el momento se interponen.

Ansiedad en el amor

La persona ansiosa quiere resolverlo todo y al mismo tiempo sin ningún plan. A veces se muestra sensible, otras agresiva o desconectada. Surgen mil pensamientos que arrastran a la persona a un huracán de emociones. Un recuerdo que surge, un malentendido, algo que ni siquiera estaba en ese momento pueden arrastrarte a una crisis.

El pensamiento se queda en el pasado, aunque no sea un pasado tan remoto,y entre segundos atrás o años la persona ansiosa vuelve a lo que le hirió por algún recuerdo o acción del otro. El tiempo pasa, pero la herida permanece y con ella el miedo a que vuelva a ocurrir genera crisis de ansiedad. Cuando llega una crisis, se olvida del espacio del otro.

Incluso se olvida de su propio espacio, y acaba dejándose llevar por un torbellino de recuerdos e incertidumbres. Llega el miedo, la fragilidad, la tristeza y la inseguridad. La pareja sólo se da cuenta del caos cuando pasa la crisis y los implicados resultan heridos. Palabras que no quieren decir, actitudes que no quieren tomar, pensamientos que no quieren tener en mente.

La grandeza de la ansiedad en el amor

Cuando llega la ansiedad parece un camión arrollándolo todo, llevándoselo todo por delante. Es necesario tener las riendas de los propios pensamientos y no dejarse zarandear, sin embargo, la dificultad es la tormenta de pensamientos que hay en el interior. Cuando una persona ansiosa no sufre por algo del pasado, acaba sufriendo por esperar el futuro. Puede pensar en mil cosas al mismo tiempo, y si tiene presión en ese momento puede cambiar a peor.

Cuando surge un desacuerdo, en lugar de dejar que las cosas se calmen y dar espacio a la otra persona, las personas ansiosas acaban queriendo decirlo todo en el momento, resolverlo todo en el momento y, en consecuencia, empeorar toda la situación. Las personas ansiosas no suelen respetar el espacio y el tiempo de los demás. Aparte de la costumbre de guardar los más mínimos detalles de las cosas habladas o de las situaciones.

Los que están fuera no siempre pueden ver en ello el sufrimiento, y juzgan a una persona ansiosa como pegajosa, descontrolada o incluso fría a causa de algunas acciones. No todas las personas ansiosas son explosivas o capaces de mostrar lo que sienten y piensan. Hay personas que se encierran en un capullo y no dejan que nadie se acerque a sus sentimientos y pensamientos, lo cual tampoco significa que esa persona no sufra, es sólo una defensa.

Ansiedad amorosa y emociones reprimidas

La persona también sufre, pero no exterioriza nada. Guarda el huracán de emociones en su interior y, como es más callada, su pareja puede juzgarla como una persona fría. Principalmente porque una hora la bomba explota, y puede ser de una manera muy fría. Relacionarse con una persona ansiosa requiere que el interlocutor intente comprender todo el huracán de emociones que lleva dentro. El sufrimiento es real, no es victimismo ni una escenificación.

Es importante comprender que los problemas no resueltos martillean en los momentos más inoportunos, y una hora se convierte en una bola de nieve. Es importante dar espacio para comprender las emociones y digerir lo sucedido, sin presiones, con límites claros. Los desacuerdos son comunes en una relación, pero con uno ansioso más allá de sus pensamientos, tratará de imaginar los de su pareja, y se adelantará, y atropellará todo aunque no haya sido su intención, y se arrepentirá. Y tal vez se sienta culpable de que todo haya salido mal.

Debe haber mucha comprensión por ambas partes, intentar calmar los ánimos y las emociones, y decidir juntos el mejor momento para hablar. Una persona ansiosa puede estar más necesitada porque no sabe cómo afrontar lo que siente y piensa demasiado en el futuro, y cree que siempre tiene la culpa de algo.

La relación tóxica

Después de una pelea, el enorme deseo de resolverlo todo y estar en paz, porque la paz no siempre es una opción. Merodean muchos pensamientos e incertidumbres, agitación e inquietud. A veces es algo del pasado que martillea y castiga, y la pareja ni siquiera se da cuenta. Una persona ansiosa puede acabar entrando en una relación tóxica porque su autoestima se tambalea.

Acaba aceptando situaciones que no debería porque quiere a la persona y no puede imaginarse lejos de ella. Se traspasan los límites, lo que genera más ansiedad y traumas, y vuelve a empezar un nuevo ciclo de malos tratos. Una pareja tóxica puede acabar aprovechándose de la vulnerabilidad emocional de una persona ansiosa.

Por lo general, una persona ansiosa tiene baja autoestima y es dependiente emocional, por lo que acaba entablando fácilmente relaciones abusivas. Lo que puede considerarse victimismo o manipulación por parte de la pareja puede ser angustia o sufrimiento.

Conclusión

El compañero (o pareja) ansioso puede buscar ayuda profesional para conseguir una relación sana y evitar el sufrimiento. Intente evitar las peleas sobre acontecimientos pasados, lo pasado nunca volverá y debe dejarse en el pasado.

Mantén vivo el sentimiento y la razón por la que seguisteis juntos. Recuerda las cualidades de tu pareja y lo que os enamoró.

En momentos de tensión no siempre es bueno hablar, es mejor esperar a que las cosas se calmen. Evita hablar de las cosas en caliente, porque a algunas personas se les olvida pero a las ansiosas no.

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Este artículo ha sido escrito por Thaís de Souza, estudiante del IBPC, carioca, 32 años, Instagram: @th.thaissouza.